SILENCIO

Ya no escucho el silencio
si cierro los ojos.

Ahora zumba mi cabeza sin descanso;
soy consciente,
crecer es eso: percibir el oleaje,
anticiparse;
oír cómo cruje la hierba 
al marchitarse cual fruta al sol 
fundida entre el compás del calendario
y mis pies.

Ya no lo escucho, decía,
antes sí, hace años,
no tantos, no de niño,
era fácil:
cerraba los ojos; 
chiribitas, destellos
y la mente en blanco
hasta llegar al silencio.

Me gustaba el proceso: estrellitas brotando 
en los ojos cerrados y la luz jugando dentro;
los párpados de pararrayos, de cortina, de gasa
cortando el cordón, creando el círculo mágico, 
separando la realidad del misterio.

Ahí, muy fuerte, muy rápido
perseguía con la mente
los puntos cardinales de esa luz 
y ahí, en ese trayecto, 
llegaba el silencio.

Era muy fácil si estaba allí, 
debajo de la higuera, 
y la luz no era un impacto, 
ni un suspiro:

ahora todo bulle en mi cabeza.

Quiero recuperarlo.

Román Pérez González

Tabaiba publicará un solo texto cada fin de semana. Así ofrecemos la posibilidad de leerlo con atención, de paladearlo. Si su lectura te sugiere algún comentario puedes escribirnos a revistatabaiba@gmail.com y se lo haremos llegar a la persona autora del texto.

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