A FUEGO LENTO
Amanece bajo la niebla junto al canto de los primeros pájaros y el olor de humeantes chimeneas, mientras todos duermen. Ella se agarra a la tierra, aprieta los pies fuerte, muy adentro renombra lo innombrable en los contornos borrosos; despierta la ausencia quietud en lo dormido, tiembla bajo el cielo blanquecino. La soledad se ha ido fraguando a fuego lento, hasta tocar raíces, hasta casi detenerse en medio del camino. Teje el frío en la huerta una mezcla de masa y dulce de leche, gotas transparentes de rocío sobre los pétalos, es el invierno sin resguardo un silencio contundente, ambigua sonrisa del amanecer.

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