EL SILENCIO DE LAS FLORES
¡Callen, no desesperen! Agonizan los vientos en las calles y en los campos donde la hierba mecen, arrastrando de los árboles los más mínimos detalles. Los secretos ya no se dejan esconder. Raro no es -sería- que nadie los dejase de creer, pues brotan de los labios como si la raíz fuese humana y perviven como la siempreviva que de la tierra emana. ¡Callen, no se rían! Tu burla solo cardos siembra en mi tristeza, mas si tu gratitud riese, ¡bienvenida la belleza! y los más grandes girasoles florecerían. ¿Seré una rosa? Blandas no son mis espinas. Amapola no soy, férrea es la sangre de mis venas. Tal vez mariposa; libre por el néctar del que liban, presa porque ser efímera es el motivo de mis penas. La naturaleza me otorgó la inquietud y de ella crece toda esta, mi plenitud. Rozo mi piel con la piel de este mundo, brindándome los sueños con los que mi mente inundo. ¡Callen, no despierten a los terrores! No hagan del odio un amor disentido, que no hay sonido más bonito y sentido en el que reflejarse; en el silencio de las flores.

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