La isla vacía

En la isla vacía
quedaron las puertas abiertas
no hay nadie

El aire roza los muros
baja por los techos que no existen
entra por una ventana rota 
nadie nota su presencia

Se fueron antes de que el árbol creciera

En el silencio sus huellas
la luz de sus volcanes
un vaso de vino
y sabor a batata

Huele a herrumbre el camino
en la orilla escucho sus voces
se nombran
me nombran

Soy la última
No queda nadie

Un estruendo rojo y negro movió los cimientos.
El miedo sacudió tu cama mientras contemplábamos
las huellas de la pena en las cenizas.
Se llevó todo lo que imaginamos nuestro.
Cuando ya no quedaba nada que perder llegó el silencio.
Salimos a conocer la tierra nueva.
En medio de la lava brotaba un pino.
Nos miramos.

Lidia Ramírez Mesa

En los relatos, anécdotas, pensamientos, reflexiones y poemas que he escrito hay algo en común y es que todos tienen que ver con lo poético. He encontrado un lugar, como una cueva abierta a la contemplación, un soñar despierta, un estar en plenitud, donde el descubrimiento de una imagen profunda me empuja siempre a volver hasta que logro expresar con palabras lo sentido.


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