SOY MARGINAL
No hay familia que me espere acabada la jornada, epígrafe que me recoja como al mecánico serio, el sufrido hostelero, el arquitecto audaz. No hay fiesta cuando llega el día. No hay día. Soy marginal, sin orgullo y sin lamento. Quizá quiera serlo. No hay tribuna ni escenario, oficina, asiento o escaño. Todo lo sería de buen grado, a la mina me embarcaría, mar adentro excavaría por un sino humano, el que fuera, el mío. Pero... soy marginal, sin orgullo, sin lamento. Quizá quiera serlo. Los garabatos, a veces, se convierten en canciones, en poemas, en novelas y tratados. No desdeño una hoja en blanco, ni dudo del alto vuelo que ha de alcanzar cualquier mosca. Pero asumo el silencio cuando en mi ademán intuyo cierto tenor hueco. Porque soy marginal, sin orgullo y sin lamento. ¿Acaso quiero serlo?
Una manzana
Me iba a comer una manzana como si nada o como cualquier cosa, un acto banal... Sin apreciar la urgencia del instante, la eternidad del tiempo, la nada y su verdad dichosa. Solo, en penumbra, acaricié su acerada piel, hinqué los incisivos hasta el tuétano y absorbí su ácida alma en mi boca. Desprendido del ansia unos instantes, despreocupado del aldeano que me acecha, asumo el peso de la raza humana y devoro un planeta sin saciar mi anhelo. Me iba a comer una manzana como si nada o como cualquier cosa, sin saber que nunca haré algo, alguna empresa, algún alarde más importante.

Soy Yann Javier Medina, nacido en Torrent hace cuarenta años, dedicado desde hace siete al desarrollo de proyectos en el medio rural relacionados con la formación, educación ambiental, turismo rural… Me considero pues un animador rural. Pasionalmente tengo algo de literato pero mi dudoso afán apenas me da para costear alguna publicación. Vocacionalmente anhelo dedicarme al crecimiento personal (algo así como el coaching para quien le sea más familiar el concepto), el acompañamiento de personas hacia su verdadera vocación en la vida.
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